Montaña

Kilimanjaro

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El Kilimanjaro es una montaña situada en el noreste de Tanzania, formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 m de altitud; el Mawenzi, en el este, de 5149 m y el Kibo, entre ambos, el más reciente desde el punto de vista geológico y cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los más 5891,8 m. Es la montaña más alta de África, la montaña independiente más alta del mundo —a unos 4900 m de altura desde su base en la meseta— y el cuarto pico ultraprominente en la Tierra. Es conocido además por los famosos campos de hielo de su cumbre, que se están reduciendo de forma drástica desde principios del siglo XX y se estima que desaparecerán por completo entre 2020 y 2050. La disminución de las precipitaciones de nieve responsable de este retroceso se atribuye a menudo al calentamiento global, además de a un importante proceso de deforestación. A pesar de la creación del parque nacional del Kilimanjaro en 1973, aunque este parque juega un papel esencial en la regulación bioclimática del ciclo hidrológico, el cinturón forestal continúa estrechándose, debido a que la montaña es el hogar de los pastores masái en el norte y en el oeste, que necesitan prados de altitud para pacer sus rebaños, y campesinos chagga al sur y al este, que cultivan parcelas cada vez más extensas en el piedemonte, a pesar de un proceso de concienciación iniciado a principios del siglo XXI.

Después de la sorpresa causada en el mundo científico por su contemporáneo descubrimiento en 1848 por parte de Johannes Rebmann, el Kilimanjaro despertó el interés de exploradores como Hans Meyer y Ludwig Purtscheller, que alcanzaron la cumbre en 1889 acompañados por su guía Yohanas Kinyala Lauwo. Más tarde se constituyó en una tierra de evangelización que se disputaron católicos y protestantes. Finalmente, después de varios años de colonización alemana y posteriormente británica, vio el emerger de una élite chagga que se convirtió en la base del nacimiento de una identidad nacional y de la independencia de Tanganica en 1961.

Posteriormente, se convirtió en una montaña emblemática, evocada y representada en el arte y convertida en símbolo en numerosos productos comerciales. Es muy apreciada por los miles de montañistas que realizan su ascensión sacando provecho de la gran diversidad de su fauna y de su flora.

Hidrología

El casquete glaciar del Kilimanjaro se encuentra confinado en el Kibo; en el año 2003 cubría una superficie de dos kilómetros cuadrados. Está constituido por el glaciar Furtwängler en la cumbre, los glaciares Drygalski, Great Penck, Little Penck, Pengalski, Lörtscher Notch y Credner a nivel del campo de hielo norte (en inglés Northern Icefield), los glaciares Barranco (o Little y Big Breach), Arrow y Uhlig al oeste, Balletto, Diamond, Heim, Kersten, Decken, Rebmann y Ratzel a nivel del campo de hielo sur (Southern Icefield) y finalmente el campo de hielo este (Eastern Icefield). La variabilidad geográfica de las precipitaciones y de la insolación explica la diferencia de tamaño entre los diferentes campos de hielo.

Este casquete glaciar era claramente visible en otros tiempos, pero se está reduciendo de forma dramática. Cubría una superficie de 12,1 km² en 1912, 6,7 km² en 1953, 4,2 km² en 1976 y 3,3 km² en 1996. Durante el siglo XX, perdió el 82% de su superficie, unos diecisiete metros de espesor por término medio entre 1962 y 2000. Cada vez es más tenue y, de persistir las actuales condiciones climatológicas, se calcula que desaparecerá totalmente de aquí a 2020 según expertos de la NASA y el paleoclimatólogo Lonnie Thompson, profesor de la Universidad Estatal de Ohio, o a 2040 según un equipo científico austríaco de la Universidad de Innsbruck, o hasta 2050 según la Academia de Ciencias de California. El hielo de algunas vertientes podría perdurar unos años más debido a diferentes condiciones climáticas locales. La situación actual sería comparable a la existente hace 11 000 años, de acuerdo con los resultados de las extracciones de diversos núcleos de hielo.

El casquete glacial disminuye aproximadamente desde 1850 debido a una bajada natural de las precipitaciones del orden de 150 mm, pero esta tendencia se ha visto acelerada sensiblemente durante el siglo XX. El recalentamiento climático actual se cita generalmente como causa de esta rápida desaparición, y se indica que la dramática decadencia actual en la capa de hielo es particularmente notable teniendo en cuenta que se mantuvo al menos durante 11 000 años y sobrevivió a una prolongada sequía hace unos 4000 años que duró más de 300 años. Así, la temperatura media diaria ha aumentado 3 °C durante los treinta últimos años en Lyamungu, a 1230 m de altitud sobre la vertiente meridional. No obstante, la temperatura permanece constantemente por debajo de los 0 °C a la altitud donde se encuentran los glaciares, por lo que Georg Kaser de la Universidad de Innsbruck y Philip Mote de la Universidad de Washington indicaron que la fuerte regresión del glaciar era debida sobre todo a una bajada de las precipitaciones. A esto se uniría una evolución local provocada por la deforestación que se traduce en una reducción de la cubierta vegetal boscosa y una disminución de la humedad ambiental. Se evidencia un paralelismo entre la disminución del casquete glaciar y la tasa de regresión del bosque, más intenso sobre todo a principios del siglo XX y en vías de estabilización. El característico aspecto con paredes de bordes verticales de los hielos de la cumbre, muestra que el glaciar es sublimado por la radiación solar, tras unas décadas húmedas en el siglo XIX; este fenómeno se acelera probablemente por una reducida disminución del albedo durante el siglo XX, particularmente en los años 1920 y 1930. Otro fenómeno que conlleva la disminución de la capa de hielo está provocado por la absorción de calor de la roca volcánica sobre la que se sustentan y su difusión en la base de los glaciares; se derriten, se vuelven inestables y se fracturan, aumentando la superficie expuesta a la radiación solar.

Los cursos de agua resultantes de la descongelación de los hielos alimentan de forma significativa dos ríos de la región, pero el 90% de las precipitaciones son absorbidas por los bosques locales. Por tanto, la desaparición de los glaciares no debería tener un impacto directo duradero sobre la hidrología local, contrariamente a la deforestación y a la presión antrópica que se traduce en una multiplicación por cuatro de los desvíos de agua para la irrigación desde finales del siglo XX. Los bosques del Kilimanjaro reciben 1600 millones de metros cúbicos de agua al año, incluido un 5% por precipitaciones producidas por contacto de las nubes de niebla con el bosque. Dos terceras partes vuelven hacia la atmósfera por la evapotranspiración. El bosque juega pues un triple papel de reserva: en el suelo, en la biomasa y en el aire. Desde 1976 las precipitaciones por contacto de las nubes de niebla disminuyeron por término medio en veinte millones de metros cúbicos al año, es decir, aproximadamente el volumen del casquete glaciar actual cada tres años, lo que supone un 25% menos de aporte de agua en treinta años, equivalentes al consumo anual de agua potable de un millón de chaggas.

Historia climática regional

Al inicio de la formación del volcán, hace 2,5 millones de años, sobreviene la primera de las veintiuna glaciaciones importantes del Cuaternario en el hemisferio norte, y África tropical sufre temperaturas más bajas que en la actualidad. Sigue un período de un millón de años más seco, una tendencia que continúa hoy a nivel mundial.

Hace 150 000 años, se produce el máximo de la glaciación de Riss, la penúltima glaciación importante y la más grande del Pleistoceno. Fue seguida por la interglaciación de Eem, más húmeda y más cálida que el momento actual. A continuación, una fase árida desde −100 000 a −90 000 años es la responsable de la formación de las dunas hasta el África austral, sustituida por una fase corta pero de frío intenso desde −75 000 a −58 000 años. Hacia el final de este período, se produce el primero de los eventos de Heinrich (H6), liberando una gran cantidad de hielo en el Atlántico Norte, dando como resultado unas temperaturas más frías en el hemisferio norte y una disminución en la intensidad del monzón. Otros acontecimientos de Heinrich se suceden con una sequía asociada con el clima de África Oriental a -50, -35, -30, -24, -16 y finalmente, hace 12 000 años, en el Dryas Reciente. Según los datos recogidos en la cuenca del Congo, el período de −31 000 a −21 000 años fue seco y frío, con una estratificación de la vegetación en disminución. Las especies forestales presentes en la alta montaña fueron cada vez más especies de montaña baja, muy generalizadas a altitud baja. Sin embargo, Lowe y Walker sugieren que el África oriental era más húmeda que hoy. Esta discrepancia puede explicarse por la dificultad de asociar diferentes lugares geográficos dados con las fechas.

La última gran glaciación se desarrolló de −23 000 a −14 000 años con una fase muy seca en África, con los desiertos extendiéndose cientos de kilómetros más al sur que en la actualidad. El monzón de verano es más débil, las temperaturas son de 5 a 6 °C inferiores a las temperaturas actuales y se produce una retirada general de la selva. Las morrenas que datan de finales del último máximo glacial en África Oriental muestran que el monzón del sudeste del período es más seco que el monzón del noreste actual, ya relativamente poco húmedo. Los estratos podrían tener grandes implicaciones en esta tendencia un tanto fría y lluviosa.

Hace 13 800 años, el clima se vuelve húmedo y los bosques de montaña se propagan de nuevo. El monzón se fortalece, los niveles de los lagos y los caudales de los ríos en África Oriental van en aumento. La vegetación alpina está limitada por la temperatura y no por la sequía. Antes del Dryas Reciente, las temperaturas alcanzan sus valores actuales, pero la cubierta forestal sigue siendo incompleta, y cuando este período se inicia, el monzón se debilita y disminuye el nivel de los lagos del África Oriental. Por último, los bosques alcanzan su cobertura y densidad actuales después del Dryas Reciente, cuando el clima se vuelve húmedo. Durante los 5000 años siguientes la tendencia higrométrica continúa globalmente a pesar de nuevas oscilaciones. En los últimos 5000 años y hasta al actualidad, el monzón se debilita gradualmente. Un mínimo de temperaturas sobrevienen después entre hace 3700 y 2500 años durante la Pequeña Edad de Hielo, vueltas a sentir entre los años 1300 y 1900, mientras que el permafrost subsiste en las montañas.

Sistema climático estacional

El Kilimanjaro está sujeto a un clima tropical de sabana. Se caracteriza por una estación seca pronunciada, con temperaturas templadas, desde mediados de mayo hasta mediados de octubre, y una estación lluviosa corta, de mediados de octubre hasta finales de noviembre, que se conoce como «lluvias cortas» (en inglés, short rains), seguida por un período cálido y seco desde principios de diciembre hasta finales de febrero y, por último, una larga temporada de lluvias de marzo a mediados de mayo, las «lluvias largas» (long rains).

El cinturón de bajas presiones alrededor del ecuador, conocida como la zona de convergencia intertropical (ZCIT) es responsable de la alternancia de periodos húmedos y secos. Durante las dos temporadas secas, la ZCIT se encuentra sobre la península arábiga, en julio, y entre el sur de Tanzania y el norte de Zambia, en marzo. Cuando las bajas presiones se desplazan de un extremo a otro, la región tiene una estación lluviosa. La cantidad de precipitación varía de año en año y depende de la temperatura de la superficie del mar en el océano Atlántico y el océano Índico, así como del fenómeno conocido como El Niño. Aguas cálidas y un Niño fuerte causan lluvias torrenciales.

Durante todo el año, excepto en enero, una baja presión localizada sobre el Tíbet provoca vientos en forma de una herradura desde el océano Índico, por debajo de África del este y hasta la India. A nivel local, en el Kilimanjaro, el efecto da vientos predominantes del sureste. En enero, se produce una inversión con vientos del norte-este. El Kilimanjaro, que se eleva abruptamente, se convierte en un gran obstáculo para esos vientos dominantes. Durante la temporada de lluvias, el monzón en el océano Índico aporta aire saturado de agua, completamente estratificado y nuboso. La mayor parte del tiempo es desviado alrededor de los flancos de la montaña y, finalmente, la circunda, especialmente de junio a octubre.

La principal diferencia entre el modelo estacional tradicional experimentado por los chagga y la visión moderna es la existencia de una quinta temporada llamada «la temporada de las nubes», que se deriva de su conocimiento de la franja altitudinal baja a media en las laderas sur y este del Kilimanjaro. Esta temporada juega un papel importante para ellos en el ciclo agrícola. De hecho, las fuertes lluvias producidas por contacto de las nubes en los bosques de nubes y neblina no solo contribuyen a regenerar la vegetación, sino que también alimentan los ríos que surten los canales de riego a continuación. En la vertiente oriental, a lo largo de la dorsal de Rombo, entre Taraki y Mwika, esta quinta temporada está limitada desde principios de julio hasta mediados de agosto, sin nubes y sometida a un fuerte viento del este. Esta particularidad se puede apreciar en la vegetación.

Los autóctonos sienten los cambios bioclimáticos a través de un resecamiento persistente, desde finales de 1960, de los ríos existentes en el pasado de forma casi continua en la vertiente oriental. Este hallazgo está probablemente relacionado con la bajada de precipitaciones causada por la deforestación, el retroceso de los glaciares y sus propios arreglos para acaparar la poca agua que aún corre una o dos semanas al año. Estos cambios también provocan una disminución del potencial hidroeléctrico, de la pesca, del cultivo del arroz y de la producción de caña de azúcar en las regiones circundantes.

Protección del medio ambiente

La protección del entorno natural del Kilimanjaro se llevó a cabo en varias etapas: en 1910, Alemania creó una primera reserva de caza, que en 1921 se transformó en una reserva forestal; en 1973, el área por encima de los 2700 m de altitud se declaró como parque nacional del Kilimanjaro, un parque que fue abierto al público cuatro años después; en 1987, los límites del parque se ampliaron hasta los 1830 m altitud y se alcanzó una superficie protegida de 75 353 hectáreas. Finalmente, fue inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con la justificación de que «el Kilimanjaro, con su cima nevada que domina la llanura de casi 5000 m, es el macizo montañoso aislado más grande que existe» y que el parque tiene «una gran diversidad de especies animales y vegetales raras o endémicas». La reserva forestal que lo rodea se incrementó gradualmente desde las 89 000 ha, primero a 92 906 y después a 107 828 ha. El conjunto protege unas 3000 especies vegetales.

En paralelo a la labor del parque nacional, se han puesto en marcha varios proyectos en pequeña escala con el fin de mejorar la gestión de la selva con la ayuda de la población local y para iniciar programas de repoblación forestal. Pero las imágenes de satélite muestran que la fragmentación continúa debido a la falta de experiencia de los operadores silvícolas y a los pocos recursos invertidos en la lucha contra los incendios.

Un corredor biológico de ocho kilómetros de anchura se ha mantenido en el noroeste del monte Kilimanjaro, en territorio masái, para vincular el parque con el parque nacional de Amboseli, al otro lado de la frontera con Kenia, un corredor que facilita la circulación de las veinte especies comunes de grandes mamíferos de las veinticinco presentes en los bosques de la montaña.

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El Kilimanjaro es una montaña situada en el noreste de Tanzania, formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 m de altitud; el Mawenzi, en el este, de 5149 m y el Kibo, entre ambos, el más reciente desde el punto de vista geológico y cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los más 5891,8 m. Es la montaña más alta de África, la montaña independiente más alta del mundo —a unos 4900 m de altura desde su base en la meseta— y el cuarto pico ultraprominente en la Tierra. Es conocido además por los famosos campos de hielo de su cumbre, que se están reduciendo de forma drástica desde principios del siglo XX y se estima que desaparecerán por completo entre 2020 y 2050. La disminución de las precipitaciones de nieve responsable de este retroceso se atribuye a menudo al calentamiento global, además de a un importante proceso de deforestación. A pesar de la creación del parque nacional del Kilimanjaro en 1973, aunque este parque juega un papel esencial en la regulación bioclimática del ciclo hidrológico, el cinturón forestal continúa estrechándose, debido a que la montaña es el hogar de los pastores masái en el norte y en el oeste, que necesitan prados de altitud para pacer sus rebaños, y campesinos chagga al sur y al este, que cultivan parcelas cada vez más extensas en el piedemonte, a pesar de un proceso de concienciación iniciado a principios del siglo XXI.

Después de la sorpresa causada en el mundo científico por su contemporáneo descubrimiento en 1848 por parte de Johannes Rebmann, el Kilimanjaro despertó el interés de exploradores como Hans Meyer y Ludwig Purtscheller, que alcanzaron la cumbre en 1889 acompañados por su guía Yohanas Kinyala Lauwo. Más tarde se constituyó en una tierra de evangelización que se disputaron católicos y protestantes. Finalmente, después de varios años de colonización alemana y posteriormente británica, vio el emerger de una élite chagga que se convirtió en la base del nacimiento de una identidad nacional y de la independencia de Tanganica en 1961.

Posteriormente, se convirtió en una montaña emblemática, evocada y representada en el arte y convertida en símbolo en numerosos productos comerciales. Es muy apreciada por los miles de montañistas que realizan su ascensión sacando provecho de la gran diversidad de su fauna y de su flora.

Hidrología

El casquete glaciar del Kilimanjaro se encuentra confinado en el Kibo; en el año 2003 cubría una superficie de dos kilómetros cuadrados. Está constituido por el glaciar Furtwängler en la cumbre, los glaciares Drygalski, Great Penck, Little Penck, Pengalski, Lörtscher Notch y Credner a nivel del campo de hielo norte (en inglés Northern Icefield), los glaciares Barranco (o Little y Big Breach), Arrow y Uhlig al oeste, Balletto, Diamond, Heim, Kersten, Decken, Rebmann y Ratzel a nivel del campo de hielo sur (Southern Icefield) y finalmente el campo de hielo este (Eastern Icefield). La variabilidad geográfica de las precipitaciones y de la insolación explica la diferencia de tamaño entre los diferentes campos de hielo.

Este casquete glaciar era claramente visible en otros tiempos, pero se está reduciendo de forma dramática. Cubría una superficie de 12,1 km² en 1912, 6,7 km² en 1953, 4,2 km² en 1976 y 3,3 km² en 1996. Durante el siglo XX, perdió el 82% de su superficie, unos diecisiete metros de espesor por término medio entre 1962 y 2000. Cada vez es más tenue y, de persistir las actuales condiciones climatológicas, se calcula que desaparecerá totalmente de aquí a 2020 según expertos de la NASA y el paleoclimatólogo Lonnie Thompson, profesor de la Universidad Estatal de Ohio, o a 2040 según un equipo científico austríaco de la Universidad de Innsbruck, o hasta 2050 según la Academia de Ciencias de California. El hielo de algunas vertientes podría perdurar unos años más debido a diferentes condiciones climáticas locales. La situación actual sería comparable a la existente hace 11 000 años, de acuerdo con los resultados de las extracciones de diversos núcleos de hielo.

El casquete glacial disminuye aproximadamente desde 1850 debido a una bajada natural de las precipitaciones del orden de 150 mm, pero esta tendencia se ha visto acelerada sensiblemente durante el siglo XX. El recalentamiento climático actual se cita generalmente como causa de esta rápida desaparición, y se indica que la dramática decadencia actual en la capa de hielo es particularmente notable teniendo en cuenta que se mantuvo al menos durante 11 000 años y sobrevivió a una prolongada sequía hace unos 4000 años que duró más de 300 años. Así, la temperatura media diaria ha aumentado 3 °C durante los treinta últimos años en Lyamungu, a 1230 m de altitud sobre la vertiente meridional. No obstante, la temperatura permanece constantemente por debajo de los 0 °C a la altitud donde se encuentran los glaciares, por lo que Georg Kaser de la Universidad de Innsbruck y Philip Mote de la Universidad de Washington indicaron que la fuerte regresión del glaciar era debida sobre todo a una bajada de las precipitaciones. A esto se uniría una evolución local provocada por la deforestación que se traduce en una reducción de la cubierta vegetal boscosa y una disminución de la humedad ambiental. Se evidencia un paralelismo entre la disminución del casquete glaciar y la tasa de regresión del bosque, más intenso sobre todo a principios del siglo XX y en vías de estabilización. El característico aspecto con paredes de bordes verticales de los hielos de la cumbre, muestra que el glaciar es sublimado por la radiación solar, tras unas décadas húmedas en el siglo XIX; este fenómeno se acelera probablemente por una reducida disminución del albedo durante el siglo XX, particularmente en los años 1920 y 1930. Otro fenómeno que conlleva la disminución de la capa de hielo está provocado por la absorción de calor de la roca volcánica sobre la que se sustentan y su difusión en la base de los glaciares; se derriten, se vuelven inestables y se fracturan, aumentando la superficie expuesta a la radiación solar.

Los cursos de agua resultantes de la descongelación de los hielos alimentan de forma significativa dos ríos de la región, pero el 90% de las precipitaciones son absorbidas por los bosques locales. Por tanto, la desaparición de los glaciares no debería tener un impacto directo duradero sobre la hidrología local, contrariamente a la deforestación y a la presión antrópica que se traduce en una multiplicación por cuatro de los desvíos de agua para la irrigación desde finales del siglo XX. Los bosques del Kilimanjaro reciben 1600 millones de metros cúbicos de agua al año, incluido un 5% por precipitaciones producidas por contacto de las nubes de niebla con el bosque. Dos terceras partes vuelven hacia la atmósfera por la evapotranspiración. El bosque juega pues un triple papel de reserva: en el suelo, en la biomasa y en el aire. Desde 1976 las precipitaciones por contacto de las nubes de niebla disminuyeron por término medio en veinte millones de metros cúbicos al año, es decir, aproximadamente el volumen del casquete glaciar actual cada tres años, lo que supone un 25% menos de aporte de agua en treinta años, equivalentes al consumo anual de agua potable de un millón de chaggas.

Historia climática regional

Al inicio de la formación del volcán, hace 2,5 millones de años, sobreviene la primera de las veintiuna glaciaciones importantes del Cuaternario en el hemisferio norte, y África tropical sufre temperaturas más bajas que en la actualidad. Sigue un período de un millón de años más seco, una tendencia que continúa hoy a nivel mundial.

Hace 150 000 años, se produce el máximo de la glaciación de Riss, la penúltima glaciación importante y la más grande del Pleistoceno. Fue seguida por la interglaciación de Eem, más húmeda y más cálida que el momento actual. A continuación, una fase árida desde −100 000 a −90 000 años es la responsable de la formación de las dunas hasta el África austral, sustituida por una fase corta pero de frío intenso desde −75 000 a −58 000 años. Hacia el final de este período, se produce el primero de los eventos de Heinrich (H6), liberando una gran cantidad de hielo en el Atlántico Norte, dando como resultado unas temperaturas más frías en el hemisferio norte y una disminución en la intensidad del monzón. Otros acontecimientos de Heinrich se suceden con una sequía asociada con el clima de África Oriental a -50, -35, -30, -24, -16 y finalmente, hace 12 000 años, en el Dryas Reciente. Según los datos recogidos en la cuenca del Congo, el período de −31 000 a −21 000 años fue seco y frío, con una estratificación de la vegetación en disminución. Las especies forestales presentes en la alta montaña fueron cada vez más especies de montaña baja, muy generalizadas a altitud baja. Sin embargo, Lowe y Walker sugieren que el África oriental era más húmeda que hoy. Esta discrepancia puede explicarse por la dificultad de asociar diferentes lugares geográficos dados con las fechas.

La última gran glaciación se desarrolló de −23 000 a −14 000 años con una fase muy seca en África, con los desiertos extendiéndose cientos de kilómetros más al sur que en la actualidad. El monzón de verano es más débil, las temperaturas son de 5 a 6 °C inferiores a las temperaturas actuales y se produce una retirada general de la selva. Las morrenas que datan de finales del último máximo glacial en África Oriental muestran que el monzón del sudeste del período es más seco que el monzón del noreste actual, ya relativamente poco húmedo. Los estratos podrían tener grandes implicaciones en esta tendencia un tanto fría y lluviosa.

Hace 13 800 años, el clima se vuelve húmedo y los bosques de montaña se propagan de nuevo. El monzón se fortalece, los niveles de los lagos y los caudales de los ríos en África Oriental van en aumento. La vegetación alpina está limitada por la temperatura y no por la sequía. Antes del Dryas Reciente, las temperaturas alcanzan sus valores actuales, pero la cubierta forestal sigue siendo incompleta, y cuando este período se inicia, el monzón se debilita y disminuye el nivel de los lagos del África Oriental. Por último, los bosques alcanzan su cobertura y densidad actuales después del Dryas Reciente, cuando el clima se vuelve húmedo. Durante los 5000 años siguientes la tendencia higrométrica continúa globalmente a pesar de nuevas oscilaciones. En los últimos 5000 años y hasta al actualidad, el monzón se debilita gradualmente. Un mínimo de temperaturas sobrevienen después entre hace 3700 y 2500 años durante la Pequeña Edad de Hielo, vueltas a sentir entre los años 1300 y 1900, mientras que el permafrost subsiste en las montañas.

Sistema climático estacional

El Kilimanjaro está sujeto a un clima tropical de sabana. Se caracteriza por una estación seca pronunciada, con temperaturas templadas, desde mediados de mayo hasta mediados de octubre, y una estación lluviosa corta, de mediados de octubre hasta finales de noviembre, que se conoce como «lluvias cortas» (en inglés, short rains), seguida por un período cálido y seco desde principios de diciembre hasta finales de febrero y, por último, una larga temporada de lluvias de marzo a mediados de mayo, las «lluvias largas» (long rains).

El cinturón de bajas presiones alrededor del ecuador, conocida como la zona de convergencia intertropical (ZCIT) es responsable de la alternancia de periodos húmedos y secos. Durante las dos temporadas secas, la ZCIT se encuentra sobre la península arábiga, en julio, y entre el sur de Tanzania y el norte de Zambia, en marzo. Cuando las bajas presiones se desplazan de un extremo a otro, la región tiene una estación lluviosa. La cantidad de precipitación varía de año en año y depende de la temperatura de la superficie del mar en el océano Atlántico y el océano Índico, así como del fenómeno conocido como El Niño. Aguas cálidas y un Niño fuerte causan lluvias torrenciales.

Durante todo el año, excepto en enero, una baja presión localizada sobre el Tíbet provoca vientos en forma de una herradura desde el océano Índico, por debajo de África del este y hasta la India. A nivel local, en el Kilimanjaro, el efecto da vientos predominantes del sureste. En enero, se produce una inversión con vientos del norte-este. El Kilimanjaro, que se eleva abruptamente, se convierte en un gran obstáculo para esos vientos dominantes. Durante la temporada de lluvias, el monzón en el océano Índico aporta aire saturado de agua, completamente estratificado y nuboso. La mayor parte del tiempo es desviado alrededor de los flancos de la montaña y, finalmente, la circunda, especialmente de junio a octubre.

La principal diferencia entre el modelo estacional tradicional experimentado por los chagga y la visión moderna es la existencia de una quinta temporada llamada «la temporada de las nubes», que se deriva de su conocimiento de la franja altitudinal baja a media en las laderas sur y este del Kilimanjaro. Esta temporada juega un papel importante para ellos en el ciclo agrícola. De hecho, las fuertes lluvias producidas por contacto de las nubes en los bosques de nubes y neblina no solo contribuyen a regenerar la vegetación, sino que también alimentan los ríos que surten los canales de riego a continuación. En la vertiente oriental, a lo largo de la dorsal de Rombo, entre Taraki y Mwika, esta quinta temporada está limitada desde principios de julio hasta mediados de agosto, sin nubes y sometida a un fuerte viento del este. Esta particularidad se puede apreciar en la vegetación.

Los autóctonos sienten los cambios bioclimáticos a través de un resecamiento persistente, desde finales de 1960, de los ríos existentes en el pasado de forma casi continua en la vertiente oriental. Este hallazgo está probablemente relacionado con la bajada de precipitaciones causada por la deforestación, el retroceso de los glaciares y sus propios arreglos para acaparar la poca agua que aún corre una o dos semanas al año. Estos cambios también provocan una disminución del potencial hidroeléctrico, de la pesca, del cultivo del arroz y de la producción de caña de azúcar en las regiones circundantes.

Protección del medio ambiente

La protección del entorno natural del Kilimanjaro se llevó a cabo en varias etapas: en 1910, Alemania creó una primera reserva de caza, que en 1921 se transformó en una reserva forestal; en 1973, el área por encima de los 2700 m de altitud se declaró como parque nacional del Kilimanjaro, un parque que fue abierto al público cuatro años después; en 1987, los límites del parque se ampliaron hasta los 1830 m altitud y se alcanzó una superficie protegida de 75 353 hectáreas. Finalmente, fue inscrito en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con la justificación de que «el Kilimanjaro, con su cima nevada que domina la llanura de casi 5000 m, es el macizo montañoso aislado más grande que existe» y que el parque tiene «una gran diversidad de especies animales y vegetales raras o endémicas». La reserva forestal que lo rodea se incrementó gradualmente desde las 89 000 ha, primero a 92 906 y después a 107 828 ha. El conjunto protege unas 3000 especies vegetales.

En paralelo a la labor del parque nacional, se han puesto en marcha varios proyectos en pequeña escala con el fin de mejorar la gestión de la selva con la ayuda de la población local y para iniciar programas de repoblación forestal. Pero las imágenes de satélite muestran que la fragmentación continúa debido a la falta de experiencia de los operadores silvícolas y a los pocos recursos invertidos en la lucha contra los incendios.

Un corredor biológico de ocho kilómetros de anchura se ha mantenido en el noroeste del monte Kilimanjaro, en territorio masái, para vincular el parque con el parque nacional de Amboseli, al otro lado de la frontera con Kenia, un corredor que facilita la circulación de las veinte especies comunes de grandes mamíferos de las veinticinco presentes en los bosques de la montaña.

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